Ella y su padre eran los dos contra el mundo pero la suerte nunca sonríe a los condenados.
Él perdió su imperio por su amor a los juegos de azar, lo perdió todo menos a su más grande amor, su princesa, su hija.
A pesar de haber perdido su gigantesca pero para nada infinita fortuna, su amor obsesivo a los juegos lo orillo a seguir jugando como poseso llenándose de deudas y cuentas sin pagar, vendió acciones e hipoteco su propia casa donde su pequeña había nacido y crecido sin embargo ella lo defendió y lo perdono, a raíz de eso tuvieron que mudarse a un lugar para nada registrado en ningún mapa conocido. Aun siendo pobres y vivir al limite día tras día su padre no pudo soportar la tentación de lo prohibido y tuvo que elegir entre sus dos grandes amores.
¿Su hija o el juego?
Y la respuesta fue más que obvia.
Acepto jugar sin saber que se apostaría.
Pensó que aquel ser le haría un préstamo para seguir enviciado de su enfermedad, pues no tenia nada de valor a excepción de su hija, su ancla, lo único que lo mantenía a flote no siendo merecedor de ella, su único bien, apostada y perdida.
Ella Perdió todo lo que una vez conoció, casa, "amigos", dinero y lujos. Para conocer a un hombre que le arrebataría su libertad al lado (a lo poco a lo que se aferraba con ambas manos) su padre.
Conoció a su verdugo, un hombre que le prometió todo y a la vez, nada. La llevó al cielo y luego la hizo descender al mismo infierno, para que ser quemada en las abrazadoras llamas de la lujuria, la locura, del deseo, de la pasión, de lo impropio... de la sed de sangre.
Maltratada, ultrajada, desquiciada. Encerrada, marcada, violada
¿Podría ella mantener su palabra antes de lograr escapar?
Vicio, fantasía y obsesión, eso y mucho más en:
♣¿Tuya? ¡Jamás!
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Historia escrita y publicada el 11/12/2015.
En estado de edición y re-publicación a partir del 8/01/2017.
En su vida anterior, Lu Yao solo vivió hasta los treinta y cinco años, no pudo salir debido a la presión familiar y murió solo.
Cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra transportado a tiempos antiguos, no sólo diez años más joven sino también con un marido de hombros anchos, cintura estrecha y abdominales marcados.
¿Podría haber tanta buena fortuna en este mundo?
Justo cuando Lu Yao está muy contento, nota que la mirada de su esposo parece particularmente fría, incluso queriendo divorciarse de él...
Zhao Beichuan perdió a sus padres y asumió la responsabilidad de cuidar a sus dos hermanos pequeños. Para mantenerlos, aceptó un matrimonio concertado por una casamentera. No necesitaba que su esposa fuera bella; todo lo que pedía era que fuera bondadosa y frugal.
El casamentero le pintó un panorama optimista, pero se dio la vuelta y le encontró un "cojín de flores", alguien que tiene buena pinta pero que no puede hacer nada más. En su primer día de matrimonio, esta persona casi se ahorca de la viga de la casa de Zhao Beichuan.
Más tarde, Zhao Beichuan se enteró de que este joven tenía un amante y no quería casarse con él, pero sin saberlo se había convertido en el encargado de separar a una pareja de amantes desafortunados.
Los matrimonios forzados no duran, por lo que Zhao Beichuan decidió dejarlo ir, pero inesperadamente, esta pequeña criatura no se iba, siempre metiendo sus manos en la cama de Zhao Beichuan por la noche, diciendo: "Esposo, déjame sentir tus abdominales..."