-¿Tanto tiempo te tomó darte cuenta que no era amor?- Dije con un tono hiriente, y el, aunque no expresaba ni una sola palabra en su mirada se veía la tristeza que los dos sentíamos. Si, estaba enamorada de el, pero el no podía saberlo.-¿Qué no te das cuenta?- Reí sarcásticamente, llorando para mis adentros -Tu no eres nada para mi.- Dije y tomé la última copa de vino sobre la mesa.
-Vete, y no regreses.-Dijo seco, duro como una piedra, podía escuchar derramar sangre sobre esas sólidas palabras, pero aún así el y yo éramos tan parecidos que ninguno mostraría debilidad por el otro. -Quiero que tomes tus cosas y te vayas, para siempre- En sus palabras se sentía el rencor, el odio que yo había causado. Yo lo amaba, Harry era ahora el hombre de mi vida... Y aunque lo negara miles de veces sabía que era el, hasta que la ira mató aquellas pequeñas mariposas que alguna vez quisieron volar tan alto, que el amor las mató una por una, como una montaña rusa que va tan alto que la caída es tan peligrosa, y en vez de llorar y rogarle que estemos juntos para siempre, solo sonreí con maldad, desdoblé con elegancia mis piernas y me paré, tomé lo poco que quedaba de vino y caminé hasta el.
-Adiós-Susurré en su oído y con egocentrismo caminé hasta la sala, tomé mis cosas y salí.
Reviviendo una vida: Harry Potter y la Piedra Filosofal. Más adelante Drarry.
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Harry había pasado por varias injusticias a lo largo de su vida. Había perdido y amado; preguntado y respondido. Pero aquella vez, cuando sabiendo que por fin moriría se preguntó qué podría haber pasado, jamás se imaginó que volvería a la vida. Y no solo a la vida, sino a cuando tenía once años y recién entraba al mundo mágico. ¿Qué hubiera pasado si Harry no se hubiera negado a ser Slytherin? ¿Qué pasaría si Harry ya supiera lo que fuera a pasar? ¿Qué decisiones hubiera tomado? ¿Podría por fin conocer la verdad de las cosas? ¿Se enamoraría en el camino?