Lejos de mi familia, lejos de mis amigos, lejos de todo lo que un día pensé que nunca dejaría atrás. Cobarde. Eso es lo que me digo una y otra vez cada vez que me miro al espejo. Cobarde por no soportar una situación tan natural como la vida misma. Y yo que pensaba que era una chica fuerte, decidida, capaz de afrontar cualquier problema, de caer y levantarme dándole el culo al puto problema que ha hecho que me caiga, pero una vez más me doy de bruces con la realidad y no soporto ver en lo que me he convertido.
Me dicen que es normal que esté así, que me sienta así, pero no me tranquiliza y mucho menos me consuelan sus palabras, porque yo no soy así, he cambiado y para mal, como llevo haciendo años, y ver el dolor en el rostro de mi familia me consume tanto que no aguanto verlo, ni si quiera imaginármelo, así que llegados a este punto, desecho estos pensamientos que me han vuelto a llevar a lo de siempre y me pongo con las cuentas, de ahora, mi nuevo trabajo.