"Cada día morimos, cada día cambiamos, y sin embargo nos creemos eternos." Ya estaba acostumbrado. Acostumbrado a perderlo todo y empezar de nuevo, ya que solo eran recuerdos que dejaría algún día atrás. Me había auto-convencido de que no podía aferrarme a nada, porque nunca llegaría a pertenecer a la vida de nadie. Yo pertenecía al tiempo y al espacio, a la nada y a al todo, al vagar sin sentido por un destino caprichoso que barajaba al azar mi mundo. Cada año moría y renacía sin un objetivo, sin un sueño. Pero ellos lo cambiaron todo. Un grupo de personas como tantas que había conocido, pero que a pesar de todo se convirtieron en la excepción. Por primera vez en mi vida, el reloj corre demasiado deprisa.
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