La música era su oxígeno, el piano su mejor amigo, y descifrar partituras su más grande diversión. Clarisse River poseía un talento innato no solo para componer, sino también para interpretar cualquier melodía que cayera en sus manos. Soñaba con pisar escenarios afamados, hacer vibrar a la gente con las notas que emitiera su fiel instrumento y escuchar su nombre en boca de los mejores críticos de música clásica. Tenía premios, recomendaciones e incluso una invitación para postular a una prestigiosa universidad de música. Su futuro parecía asegurado... Parecía. *** Primer puesto en el Concurso Nárrame una Canción PROHIBIDA LA COPIA PARCIAL O TOTAL DE LA OBRA.