Tengo muchísimos motivos para ser feliz. Padres que me aman ,un hermano que es un amor, una abuela al que cuidamos mucho porque aún que ella no sepa ya quiénes somos, nosotros sí sabemos quien es ella. Y qué decir de mis perritos, si son mis niños. Mi familia es un hogar donde por lo general se respira mucho amor. Sin embargo, una gran putada llamada ansiedad lleva persiguiéndome desde hace algo más de tres años. Como una montaña rusa, que sube y baja, baja y sube.