-Rubén, por favor. Déjame seguir salvándote. -Rogó el pelinegro. -No quiero saber más nada de tí, Mangel. Me das asco. -Y por su mirada tan fría y sus ojos vacíos, supo que era mejor no acercarse a él, al menos por un tiempo. -Te amo. -Susurró una, tal vez, última vez.