Los recuerdos se pasean en mi mente como agua. Tan libremente que me asusta. Los recuerdos felices, tristes y entre otros pasan en mi mente como una película, como la película favorita de la mente todas las noches. Todas las noches ahogada en un túnel sin salida, esperando a que salga el sol. Todas las noches sola en la habitación, suelo recordar tu nombre y los momentos que pasamos juntos. Los recuerdos se penetran de tal manera que las lágrimas salen sin ser llamadas. Inconscientemente, salen, a destruir la persona que construí por ese día. En la habitación a obscuras, bajo el reflejo de la luna, es en donde todos los recuerdos más dolorosos vienen. En donde te sientes solo, derrotado, abatido y sin fuerzas. En donde todo se vuelve negro sin una mínima pizca de color. Entras en un mundo en donde solo existes tú y tu recuerdo. En el mundo en donde te imaginas todo lo que hubiera pasado si hubieras tomado otras decisiones. Un mundo en donde nadie te juzga y puedes ser tu siendo triste o feliz. Un mundo en donde tu inventas la historia, la vives y en horas, vuelves a despertar al mundo real. Un nuevo día, donde el sol nace resplandeciente como todos los días. En el mundo en donde tienes que fingir estar feliz todo el tiempo y en donde no eres la persona que eres en las noches. Ya el túnel no existe, ya salió la luz y volvemos a hacer la misma rutina diaria. Cae la noche, y el túnel aparece, para atraparte otra vez en el mundo en donde puedes ser tú. En un mundo en donde no hay sombras, hipocresía...