De mi Corazón al Tuyo HACE POCO VOLABA DE REGRESO A CASA, después de hablar en un retito de mujeres de un fin de semana. Me recliné en el asiento, exhausta, y comencé a reflexionar sobre aquellos últimos días pasados en la compañía de tan maravillosas mujeres. Nos reímos, lloramos, comimos demasiado y dormimos muy poco. Me sentí privilegiada por haber logrado que muchas de esas damas se sintieran lo suficientemente cómodas como para sacar a la luz algunos aspectos de sus vidas que muy pocas personas conocían. Sentada en el avión, mirando las nubes debajo y el cielo arriba, desee desesperadamente que ocurriera un milagro en la vida de mis nuevas amigas. No podía evitar preguntarme si algo de lo que había dicho le serviría a Evelyn para recibir el aliento que necesitaba para comenzar de nuevo, si ayudaría a sanar el corazón de Joyce de las heridas del pasado, si le daría a Kim la capacidad de perdonar a aquellos que la habían lastimado, si le transmitiría a Jan la fortaleza para atravesar sus pruebas. A veces la vida es muy difícil de manejar. ¿Podría un fin de semana de verdad, transparencia y buena enseñanza proveerles lo que necesitaban para que el llamado de Dios fuera completo en sus vida? Comencé a reflexionar sobre mi propia experiencia y sobre los años que había perdido por no conocer el plan de Dios, su propósito, y el poder que estaba a mi disposición y podría haber reclamado. Lamenté las decisiones erradas que había tomado y que me llevaron por el camino de la destrucción propia hacia una vida llena de drogas, depresión y desórdenes alimentarios. En ese tiempo, en medio de mis desdichas, estaba convencida de que todo lo que necesitaba era bajar de peso para volverme bonita y gustarles a los demás. Aún después de superar mis adicciones y de haber perdido peso, me ví arrastrada por la codicia de dinero y de éxito, y por una desesperada necesidad de aprobación por parte de los demás...