Escuchaba el rugido de su moto cada noche. La maravillosa máquina soltaba un aullido que se comparaba con una buena base de hiphop para mis oídos. Jamás pensé que me encontraría con él, y mucho menos esperé que sobre esa moto se encontrara una persona con una increíble personalidad. Perfecta en mi mundo. * - Tony, no me dejes idiota. ¡No te vayas! - sostuve su mano hasta que dejó de latir. Me sacaron de la habitación de cuatro paredes blancas. Volteé a mirar, era él quién en conjunto con mi primo me arrastraron fuera, a pesar de mis aleteos, para que los médicos hicieran su trabajo. * - YoonGi, ¿y qué sabes tú? ¡No sabes lo que es perder a alguien a quien querías como a un hermano! - grité con lágrimas asechando mis ojos. Su rostro claramente enfurecido. * - ¡Dijiste que debías estar para tu gente, ¿no?! Te estas hundiendo y dejas a los tuyos a la deriva, HaNi.- regañó invocando las palabras que algún día dije. - Hace una canción, exprésate, llora todo lo que quieras, ¡pero de una maldita vez deja de lamentarte! * - También perdí a alguien, HaNi. No me juzgues sin saber. * - Salgamos de esto juntos, Min YoonGi.- susurré. - Ponte el casco, Jung HaNi.
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