No se que hubiera pasado si el destino hubiera decidido aplicar sus caprichos sobre otro, si una semana antes Paula hubiera llegado a tiempo y su reloj siguiese en hora, si a los seis años Mario y ella no hubieran encontrado aquel cachorro. Si su padre no tuviera afición por caminar, y nunca hubiera llegado a sus oídos la existencia de aquel curso. Quizás si no se le hubiese olvidado el móvil en la mesilla, si aquel gato no hubiera llamado extrañamente su atención y no hubiese callejeado tras el, quizás Paula se habría montado en el autobús anterior, y su vida seguiría hoy en día el vaivén que suelen tener las vidas, despistándola de un lado a otro, como hasta aquel día el mundo había echo con ella.
Pero, quizás por un simple capricho del destino, o puede que por que el mundo se aburriera y quiso acabar con ello sacándole provecho a su vida... Quizás solo fuese casualidad, o quien sabe si Paula había recorrido aquel camino exacto, y el mínimo cambio de su vida anterior hubiese desecho aquel momento. Quien sabe por qué, pero allí estaba ella. De pié en la parada del autobús, con los cascos puestos y la mente en otro mundo. En aquel justo momento, en aquel lugar exacto entre la eternidad del mundo.