Me ahogó en mi propia tristeza, bajo el pesar de mis párpados, que luchan por no abrirse jamás. La oscuridad me persigue y las piernas me fallan. Todo mi mundo se derrumba sobre mi, tan ruidoso como los pedazos de mi piel de porcelana quemada, como una muñeca de trapo olvidada por una niña que un día jugó a ser princesa. La primavera de mi cabeza muere con cada uno de mis inviernos, ardientes como el infierno que yo misma he alimentado quemandome. Y sigo sin exonerar dolor, con un grito que no me deja gritar, y una lágrima atascada que no me deja llorar. Simplemente no puedo, necesito liberarme. Nado contra corriente y tú solo me tiras piedras, mientras intento protegerme, pero ¡Oh Cariño!, esta es la noche de las bestias, quitate la máscara y baila con las tinieblas, gruta y bebe la sangre de tus hermanos, ¡Oh mi niña bailarina! ¡HOY ES LA NOCHE DE LAS BESTIAS!