20 parts Ongoing El estruendo de los motores rugía en Miami, un eco vibrante de velocidad y gloria. Entre la multitud exclusiva que llenaba el paddock de Ferrari, Lando Norris caminaba con la confianza de alguien acostumbrado a estar en el centro de atención. No le interesaban los autos de Fórmula 1 ni la adrenalina de la carrera; él estaba allí porque su agencia lo había enviado como imagen de una prestigiosa marca patrocinadora. Nada más.
Entonces lo vio.
Carlos Sainz.
El piloto estrella de Ferrari, el hombre del momento, y también, sin duda, la persona más insoportable con la que había cruzado palabra en su vida. Arrogante, seco y con una actitud que dejaba claro que no tenía tiempo ni paciencia para alguien como Lando.
No se soportaban. La primera conversación había sido un choque de egos, la segunda, un intercambio frío de cortesías obligadas. Si por Carlos fuera, ni siquiera se mirarían. Si por Lando fuera, él tampoco perdería su sonrisa con alguien tan gruñón.
Pero todo cambió al día siguiente.
Las portadas de los tabloides no hablaban de la carrera. No hablaban del podio. Hablaban de Carlos. De Carlos ebrio, saliendo de un club en la madrugada, rodeado de dos mujeres. De Carlos con su reputación en juego y Ferrari al borde de un ataque de nervios.
Y ahí es cuando el desastre se convirtió en oportunidad.
La solución llegó de la forma más inesperada: Lando. Un rostro fresco, querido por el público, la imagen perfecta de alguien que podría suavizar la reputación de Carlos. Un escándalo solo se borraba con otro. Y qué mejor escándalo que un romance entre el piloto problemático y el modelo más carismático del momento.
Carlos no quería hacerlo. Lando tampoco. Pero el contrato estaba sobre la mesa.
Una relación falsa. Un pacto de seis meses. Dos personas completamente opuestas fingiendo ser algo que no eran.
Lo que ninguno sabía era que lo falso podría volverse real.
Y que Charles Leclerc no estaba dispuesto a permitirlo.