"...ahora es que me doy cuenta de que lo amo demasiado y lo necesito, sus loqueras, sus mensajes, sus palabras inmaduras... Estoy pagando el precio de ser maduro. Pero, a veces la madurez se nos pasa, y, así como pensar mucho hace daño, pues la madurez también hace daño. Personas maduras e inmaduras siempre se equivocaran, lo quieran o no. A veces solo necesitamos escuchar a nuestro corazón, no a lo que nuestra mente dice..."