Estiro su mano solo para sentirla un momento, pero él sabia que ella no se atrevería a tocarlo.
Ella vio su mano extendida hacia ella, aunque sea por un instante quería tocarlo.
La miraba con desespero, quería tocarla aunque sea en el último aliento de su alma.
En ese momento todo su miedo se fue, se acerco a él y extendió su mano lentamente mientras poco a poco se volvía ceniza.
Solo un poco mas y toda su estadía en Hueco Mundo valdría algo si solo sintiera por un momento el tacto de su mano, su corazón.
Y justo cuando sus dedos se rozaron, lo único que pudo sentir después fue un vacío, un aire, nada, se desvaneció su mano en frente de la suya, sus lágrimas contenidas escaparon de sus ojos, recorriendo sus frías y pálidas mejillas.
El ligero roze de su piel fue suficiente para él, no necesitaba mas, tocó el corazón con sus manos y aunque el final le enfrentaba, su conciencia no lo dejaría tranquilo.
-No me abandones Ulquiorra-
-No lo haré, mujer-