Ella necesitaba un abrazo a ojos cerrados. De esos en los que uno se aferra al otro, y a la vida. De esos que convertían sus brazos en hogar, fuego y azúcar. ¿Dejaría ella que fuera el causante de tanto dolor el dueño de esos brazos? La memoria es selectiva y tiende a borrar las partes duras, va armando un recuerdo basado sólo en lo más dulce...pero hay que tratar de ser honesto.