Delante de ella se levantaba una enorme figura; imponente, severa, que la miraba con un par de pequeños orbes completamente negros. El estruendo que causaba con sus dos patas delanteras hacía temblar la tierra bajo sus pies, pero ella no vacilaba, ya no sentía temor ante aquel gigantezco monstruo. Armada únicamente con su pequeño cuerpo y el coraje que representaba su alma, era tiempo de tomar el destino por la cornamenta y hacerse valer ante las etrellas en el juego del olvido.All Rights Reserved