Cuando terminé mi época de insensibilidad hace ya un año, estaba completamente seguro de dos cosas. La primera, es que había sido un bastardo imperdonable y no merecía el mínimo de compasión por parte de las personas que hice daño, aun así, fue perdonado, lo segundo, es que no me arrepentía de absolutamente nada de lo que hice, y tampoco incluiría esa palabra en mi vocabulario por el resto de mi vida. Simplemente comprendí que, si quería seguir adelante, empezar de cero y superar lo que hice, debía aceptarlo, aceptar que yo hice todas esas barbaridades, que yo era el culpable y que no lo podía cambiar, pero si asimilarlo y usarlo para ser mejor, esta persona perfectamente imperfecta es lo que es, y para bien o para mal, era alguien. Esta noche, por primera vez en todo ese tiempo, me arrepiento de haber excluido esa palabra y odio tener que usarla.