Martes: Querido Jorge: Chico listo. Sabía que darías con la contraseña, con nuestra contraseña. Perdona que lo haga tan complicado, pero es que ya no sé en quién confiar. Estoy paranoica. Veo espías por todas partes. Hasta en la piscina. Son como cocodrilos. Estas inmóviles durante horas, esperando. El agua esta quieta. Hasta que de repente, un pequeño temblor en la superficie del agua y, ¡zas!, asoman sus ojos. Y lo peor no son sus ojos. Lo peor es lo que viene después: un chapoteo bestial y esa boca llena de dientes. Ahora mismo no dejo de pensar que alguien podría estar leyendo esto. Cuando me asomo a la ventana, me imagino que están mirándome, fotografiándome. Los que esconden las fotos en archivos bajo llave, los que no publican las fotos, los que controlan la conexión... Mis cocodrilos, los que rodean a mi madre. Cuando salgo de casa, están los otros. Los que si publican las fotos. Tus cocodrilos, los que persiguen a tu madre. Pero ellos no me fotografían.