Era tal cual, tal cual eran sus ojos, tal cual era su nariz, tal cual eran sus rasgos... ¡y esa capucha! Sin lugar a dudas era él, tenía que serlo y si no, entonces ese era su gemelo, gemelo o no, allá voy. Cruce la calle con desespero, por poco y me atropella un auto, es que no quería perderle de vista. Apenas logre llegar vivo del otro lado, a unos pocos pasos de ese misterioso chico, carraspee un poco, intentando aclarar mi garganta, para poder decir un amigable "hola" que no pude decir, solo opte por sentarme a unos pocos metros, centímetros...era una banca, así que, no era un lugar que abarcara metros, tal vez uno y un poco más. En fin, tome un mechón de mi cabello y empecé a enrollarlo con nerviosismo, ¡era condenadamente guapo!
Ese día no hablé con él.