Lana, lo tenía todo, una vida feliz, una familia estupenda, y un futuro prometedor. No tenía dinero, ni joyas, ni nada que le hiciera resaltar, pero tenía amor incondicional, y eso hacía que la vida fuese maravillosa. Cuidada por ocho hombres no había peligro que amenazara con destruir su felicidad. Ellos tenían un juramento; protegerla de todo aquel que quisiera dañarla. Cuidarla, amarla y atesorarla hasta el último día de su vida. Algo fácil para ocho personas, algo más fácil tratándose de ella, pero no pudieron hacerlo, fallaron en algo vital, pues nunca le hablaron de eso. No pudieron evitar que destruyeran su corazón. Porque aunque intentaron protegerla, el amor la encontró.