Jack Frost, un guardián de 315 años de edad, gracias a un repentino paseo por los tejados del reino más grande de Noruega, escucha un par de melodiosas risas y siente curiosidad por ver aquella escena que seguramente le dejaría con los ojos como platos al ver nevar en un salón de baile. Siguió prestando atención y se encontró con que una de las pequeñas a quienes pertenecían las risas estaba creando aquél cuadro, a la mayor, una preciosa peliblanca. En un parpadeo ocurrió un terrible accidente que apartó a la princesa de su hermana quien frecuentemente la llamaba para jugar, sin embargo no había respuesta.
En este doloroso proceso la peliblanca no estuvo sola. Jack siempre estuvo a su lado, cuidó de ella y le enseñaba lo que podía para ayudarle a controlar su magia. Los años pasan como una veloz ráfaga de viento, en donde cada uno se pierde poco a poco en la mirada del otro. Ella se convierte en una hermosa y reservada muchacha mientras que en él no se nota el paso del tiempo.
Una hermosa amistad que estaba a punto de llegar a una metamorfosis para convertirse en amor no terminó de llevarse a cabo cuando la joven tenía quince años de edad, gracias a la repentina partida del guardián. Por desgracia, ése mismo año los padres de las princesas de Arendelle fallecieron en un navío encaminado a la boda de Rapunzel y Eugene, gobernantes del reino de Corona.
Elsa tuvo que hacerse cargo del reino de forma interna mientras cumplía la mayoría de edad. Luego de esto, la presentación del prometido de Anna en la coronación de la nueva reina causó una serie de líos incontrolables que le causaron infinidad de problemas a la reina Elsa. En cuento logra salir de esos líos, se ve solitaria en su inmensa alcoba, esperando la tan deseada melodía de cierta voz aparecer.
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-¿Juntos para siempre?
-Y por siempre.
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-Volví a por ella.
-No la tendrás, no permitiré que la lastimes.
-Recuerda tus palabras, porque te ahogarlas con ellas muy pronto