-Dime ¿Quién soy? -exigió. -Yo no soy digna de decirlo -musite. -Apareciste de la nada para salvarme aquella noche -su vos se debilito -Pero no puedes responderme una simple pregunta -termino gritando. -Lo sé, pero era mi obligación -explique -Deberías preguntarle a la mujer que te dio vida -sugerí. -Mi madre no tiene nada que ver -se poyo del barandal de la terraza -¡Dímelo! -gruño -¡Te exijo que lo hagas! -mientras más apoyaba su peso sobre la baranda, esta se doblaba lentamente. El la soltó de inmediato al ver lo que había provocado. -Debemos entrar o despertaras a media cuidad -le empuje dentro del departamento -Duerme, tenemos un largo día mañana -no espere su respuesta salí de inmediato. Sería un camino largo el que nos tocaba recorrer, todo sea por recuperar la espada.All Rights Reserved