Bello... con una belleza deslumbrante.
El niño bello, quiero estar frente a él, enraizarme de su esencia.
Me mira y ese cordón, invisible para el resto, que nos une, es aún más palpable para nosotros. Me desestabiliza, por un momento pierdo mi posición y creo que me desmayo. Noto su brazo, me sostiene y me susurra.
- ¿Estás bien?- y yo me muero... por él.
Sonreímos los dos, ahogándonos en la mirada y haciendo nuestras almas se enlazen en una sola.
No podemos apartarnos, solo perdernos en ese sentimiento, el inmenso placer de poder salir del cuerpo, de evadirnos en un espacio sin tiempo, dónde somos un mismo ser.