Alguna vez, todos tenemos un loco impulso de salir corriendo, huir a donde nadie nos encuentre.
La cuestión es, ¿por qué no lo hacemos?, ¿qué es eso que nos limita?
Tristemente la respuesta a esas preguntas, somos nosotros, limitándonos continuamente, arruinando nuestra posibilidad de ser completamente libres. Una vez conocí a alguien que no temía a sus impulsos, una persona que simplemente fluía con ellos, y créanme, esa persona era feliz.
Soñaba con poder hacer como ese espíritu libre, poder dejarme ir y llevar según sienta o deje de sentir, sin limitaciones...
Recuerdo unas palabras que me dijo, esas palabras que me rompieron en mil pedazos y me volvieron a reconstruir en un suspiro, "Que haces hay sentado sin hacer nada, valiente aquel que deja su vida pasar delante de sus ojos sin coger el timón."
Desde aquel día, procuré sentir, fluir, amar, llorar, reír, inclusive odiar, exprimir cada momento y experiencia, sin esperar a que algo lo cambie todo, desde aquel día, el cambio fui yo.