Deseando nunca haber permitido su separación, Vanesa estaba arrepentida por haber dejado que Tom se marchase con lo que ella más necesitaba. Sus sentimientos parecían haberse perdido hasta la noche en que su amigo regresó de París para devolvérselos intactos y más fuertes que nunca. Porque él todavía seguía queriéndola, aun cuando ya no era cómo ella lo había conocido.