"...En el escaso espacio que dejaban las sombras a una mortecina luz amarillenta, alcanzó a comprobar que era un pedazo de papel, roto y empapado. A lo largo del borde rasgado se distinguía un rostro parcialmente decapitado, sonreía con una dentadura tan perfecta que le recordó la sonrisa de una fiera. Jo palideció, sintió que la sangre desaparecía de su cuerpo, el miedo dejó de ser una mera entelequia para convertirse de repente en algo absolutamente material, tangible, casi orgánico; las dos líneas inferiores mandaban un mensaje claro y explícito a Jo:..."All Rights Reserved
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