Entro a su casa mientras, eufóricamente, grito su nombre; no recibo respuesta. Sigo buscando, necesito dar con su paradero, hace mucho que no la veo y ya mis brazos la extrañan. ¿Lisa, dónde te has metido? Su aroma llega a mis narices de forma peculiar, me dirijo a la cocina, tal vez ahí deba estar. "Grata" sorpresa; la encontré. Y su dulce aroma no era miel, era su sangre derramada en el suelo. ¿Quién hizo esto?, lo averiguaré, y pagará cada lágrima que me hizo derramar y cada espacio del cuerpo que le perteneció a mi hermana; la impunidad no está entre mis ideales, esto debe acabar. Prohibida su copia.