El sonido de la gran urbe se oía a lo lejos, distorsionado por la lluvia reciente. Debido a esta, su aspecto también era distinto; la luz de las farolas y semáforos, se reflejaba en el asfalto y refulgían en algún que otro charco, como luciérnagas atrapadas en ese húmedo velo. Aunque lo que a mi más me interesaba del clima, era la oportunidad que me daba de cumplir mi misión. La lluvia había tapado todos los olores que podría captar mi presa, además había reducido a cero el número de transeúntes en aquellos callejones. La misión de hoy, que ellos habían catalogado como "suicida", tenía como objetivo la eliminación de un sujeto de nivel 3. Los anteriores intentos por cazarle habían sido infructuosos. Conocía nuestros olores y nuestra forma de actuar; ante la más mínima amenaza se escapaba. Sólo quedaba esta opción para parar de una vez a ese monstruo. Y esta noche lluviosa era especialmente propicia para el éxito. Yo, como un gusano en un anzuelo, lo atraería hasta mi.