Esra Portglas siempre pensó que su vida no era más que un conjunto de eventos desafortunados. Desde la muerte de sus padres al cumplir 15 años, no hizo más que sumirse en la desesperación. Debido a esto, un año más tarde fue designada como criminal latente y encerrada en la prisión de Japón. De todas formas, no pudo ocultar su sorpresa al ver cómo la reclutaban para formar parte de la División de la Oficina de Seguridad Pública. Claro que frente a la perspectiva de pasar el resto de su vida encarcelada sin razón aparente, convertirse en "mascota" de la policía no parecía tan mala idea. Compararlo sería una estupidez, como intentar elegir entre cielo e infierno. Pero al aceptar el trabajo, lo que buscaba no era erradicar el crimen de las calles de Japón, sino venganza. Fría y sádica venganza hacia aquellos que la habían obligado a pasar casi 6 años de su vida en aquella sucia prisión. Venganza hacia el Sistema Sybil. Poco le importaba convertirse en la criminal que todos pensaban que era. Todo con tal de librar al futuro de aquel deshonesto sistema.