Querido pequeño genio, lo que vas a leer a partir de ahora es mi diario personal. No hace falta que vayas a mi casa y me lo devuelvas, porque lo he dejado en la calle para que lo puedas leer. Una vez hayas leído mi diario déjalo en algún banco donde se sienten las viejecitas a darle de comer a las palomas. Mejor no. Que le echarán las páginas del diario para que se las coma... Ais... Déjalo en el parque lejos de las viejecitas y lejos de la ciudad donde no me conozcan. ¡Diviértete leyendo mi diario pequeño genio!
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