Esas noches me acordé de ti, tu recuerdo me dolía.
En esas frías noches recordé cada momento que pasé junto a ti, y todo lo que aprendí contigo.
Esas noches te extrañé más que en cualquier otra noche, porque, como bien decías, no sabía lo que tenía hasta que lo perdí.
En la vida, a veces nos enfrentamos a desafíos que jamás imaginamos. No es fácil atravesarlos, pero tampoco es imposible. Sabemos que dolerá, que dejará marcas en lo más profundo de nosotros, y aún así seguimos adelante. Porque entendemos que el dolor no borra los recuerdos, solo los guarda en pausa, esperando el momento adecuado para revivirlos junto a los nuevos que vamos construyendo.
«No era un adiós, nunca lo fue. Solo una despedida momentánea, una pausa entre lo que fuimos y lo que aún podríamos ser. Porque hay lazos que no se rompen, solo esperan el momento adecuado para reencontrarse.»