Solo con ver su entrañable mirada, esa mirada embriagadora de deseo y placer, tuve la certeza que ese efímero momento seria inolvidable. Donde no existe hora ni reloj, donde sólo estén nuestras almas, voy tocando suavemente su piel, y de pronto experimento el roce de su piel contra la mía, siento su respiración y su palpitar al son de mi delirio, y me dejo llevar por sus manos, por sus caricias, por su dulzura y por el embriagante veneno que se desprende de el. Como una lluvia mágica y taciturno me envolvió y la diversidad de sentidos me invadió al sentir el dulce veneno de su piel.All Rights Reserved
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