Quien le diría en que entonces que su final feliz no existe y que en medio del ritual de conversión de humano a demonio el menor murió de una manera cruel, desangrado. La vida de Ciel escapó inevitablemente de su cuerpo dejando a Sebastián sentado junto a un mausoleo donde por primera vez en su demoníaca existencia llora desgarradamente con un sentimiento de vacío y culpa que ni la más suculenta de las almas, ni la más habilidosa de las prostitutas es capaz de llenar, es un demonio roto en busca de una persona que ya no existe. Esta historia tiene 2α parte : http://w.tt/1ndvLVv