-Minerva, ¿por qué eres tan perfecta? -dice Nathaniel irradiando felicidad. -¿Perfecta? ¿Yo? -contesto extrañada pero muy sonriente. -Sí, siempre estas tan feliz, me haces feliz, me encanta estar contigo. Perfecta de que no te encuentro defectos. -Creo que estas loco -digo divertida. -¿Y no lo sabías? -pregunta entre risas. -¿Que estas loco? ¡Claro! -su risa me encanta no puedo negarlo. -¡No! -aun riendo -¿que te amo? -mi sonrisa sincera se torna dolida y tratando de esconder ese dolor logro responder con otra sonrisa. -Sí, también -digo desanimada pero él no pudo notarlo -como una amiga, lo sé. -Eres la mejor. Nada de lo que hagas, de lo que yo haga o de lo que suceda va a cambiarlo. -¿Ni el tiempo ni la distancia? -formulo la pregunta esperanzada. -Ni el tiempo ni la distancia. Eso solo lo haría mas fuerte. -Te vas lejos Nate -impido el brote de una lágrima cerrando los ojos y apartando la mirada -no sé cuando volveré a verte. -Ni el tiempo ni la distancia te dije. Y ahí fue cuando desperté, desperté de un sueño muy vívido de un recuerdo ya vivido. Merodeaban las tres de la mañana y mi tranquilidad se desvanecía. No podía dormir, recordando y recordando y recordando a mi gran amor que parezco no haber olvidado. El amor es estupído, mi corazón sabe que nunca será más que un amigo pero aún así lo desea como algo más. Sin importar el tiempo ni la distancia, en algo sí tenía razón Nat, eso me dijo la última vez que nos vimos.All Rights Reserved