"Él y yo, solo éramos dos mariposas perdidas que sin querer se encontraron, pero al hacerlo, se destruyeron" Nate Collins nunca fue la clase de chico de la que me enamoraría. Dios, no es la clase de chico de la que nadie se enamoraría. Pero sin importar que hacíamos, parecía que el universo se empeñaba en juntarnos, o al menos nosotros mismos, porque yo se que Nate nunca quiso enamorarse de mi, y aún no sé si alguna vez de verdad lo hizo, pero cuando estábamos juntos, todas las peleas, gritos, mentiras y engaños que pudieron o podrían pasar eran insignificantes. Porque cuando estábamos juntos, no importaba cuanta gente nos decía que esto no podía terminar bien, ni cuantos demonios Nate escondía, ni cuanto peleábamos cuando lo estábamos. Porque de eso se trataba, eso era lo que nos hacía diferentes al resto, eso era lo que nos mantenía juntos. Porque él sacaba lo peor de mi, y yo lo mejor de él. Y cuando creíamos que estábamos madurando, creciendo y mejorando, nos dimos cuenta de que no nos hacíamos bien, de que nunca nos hicimos bien de ninguna forma, y de que juntos éramos tóxicos. Pero separados éramos peor.
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