En mi niñez, vivía en una humilde casa con mi madre en un pueblo pequeño hacia el sur. La población no abarcaba más de 100 personas y prácticamente los conocía a todos. Mi casa era pequeña y fría. Junto a ella había un terreno baldío y era frecuente que en verano, llegara un circo a instalarse en aquel lugar. Pero esta vez, era algo incómodo, no era como los circos que uno ve en las grandes ciudades, más bien, era del tipo escalofriante, pero como era poco común que este tipo de entretención nos visitara en mi pueblo, todos estábamos emocionados por su llegada. Un día mi clase organizó una la salida para ir a ver la última función que harían en la ciudad. Tanto duró la espera, que a último momento me dieron ganas de ir al baño, miré hacia todos lados, pero no había indicio de algún baño o algo similar. Le avisé a mi maestra y rogué para que me acompañara, ella muy cortés y con esa amabilidad que la caracterizaba, tomó mi mano. Cuando rebuscábamos cerca de los trailer del circAll Rights Reserved
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