Las despedidas eran mi parte favorita de todo lo que solíamos llamar cuento pero su despedida cristalizo todo lo que mis ojos alcanzaban a observar , en ese instante e inútil segundo mi corazón había dejado de bombear y mis mejillas se habían vuelto húmedas por el contacto de mis lágrimas que corrían cuesta abajo . Era tarde quizás, pero las flores ya habían crecido en la primavera y sin ser vistas habían crecido en la peor tierra donde ni los helechos desearían crecer en aquel lugar de tanta sequía, en el lugar donde habitaba mi corazón. Ya era hora de que me despidiera, de decir adiós a lo incorrecto, de dejar volar a lo que no me pertenecía y de huir de las sombras que rodeaban lo que ya estaba muerto, pero aun tenia las fuerzas de voluntad para gritar al cielo y clamar por qué razón me sucedía aquello, por qué razón mi corazón era tan cristal y era tan sublime al contacto de lo bueno. Pero los recuerdos se hacían cada vez más abundantes al paso en que seguía escribiendo.All Rights Reserved
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