-¿Por qué no me volviste a hablar? ¿Es por ella?- Apreté mis labios frunciendo levemente el ceño. No contestó.- ¡Ya deja de ignorarme! No lo merezco...- Susurre cabizbaja viendo como una lágrima caía sobre mi bota. -Lo siento.- Me miro un segundo y volvió a admirar el suelo, abrió la boca para decir algo pero nada salio de ella. Dio media vuelta para marcharse pero le tome de la muñeca. -Ya dime... ¿Por qué?- Suplique con la voz rota, con el alma rota y el corazón roto. -Cariño, es que cada momento que paso contigo mas me enamoro de ti...- Se acerco con una mueca de dolor y acarició mi mejilla.- Y no quiero arruinar nuestra sagrada amistad.