"Y de ahogarme con tu amor, de consumirme en tu fuego, aprendí que siempre hay una hermosa forma de morir" No me gustaba la poesía, hasta que lo conocí a él. De hecho, no me gustaban muchas cosas hasta conocerlo a él. Fue él quien expandió mi mundo y me hizo experimentar mil y una cosas, me sacó de mi pequeño recinto seguro y me llevó a explorar y conocer un universo nuevo. Y al mismo tiempo, lo redujo. Lo redujo a él, a sus ojos chocolateados y la hechizante manera que tenía de mirarme, a nuestras conversaciones sin necesidad de palabras, a todas esas noches y todas esas risas compartidas. Por todo lo que habíamos luchado para estar juntos. Incluso por las peleas, los celos, las mentiras, los gritos. Por eso me costó entender la vida después de él. Porque, ¿Qué haces si aquel que te había salvado la vida acaba por faltarte? ¿Cómo aprendes a respirar de nuevo?