Una noche. Fue todo lo que él pidió y lo único que Sander podía ofrecerle. Una noche para que ambos pudieran saciar el deseo prohibido que sentían por el otro. Una noche en lo que lo único que pensaran fuera en el cuerpo ajeno y el placer que les invadía. Una noche para olvidar todos los años de rivalidad entre sus familias y entregarse a la pasión más pura. Pero fue sólo eso. Una noche. Cuando el amanecer llegó ninguno dijo nada, cada quien tomó sus cosas y volvió a su vida, lejos del otro. Siendo conscientes de que lo que sucedió esa noche no volvería a ocurrir, aunque ambos lo desearan.