Érase una vez un escritor sin ideas, un chico común y sencillo que antaño desbordaba imaginación pero esta, poco a poco se fue secando y apenas quedan ya las reminiscencias de lo que su mente fue. De pequeño le apasionaba la lectura y afortunadamente, eso aún lo conserva, pero también, pese a la inmadurez en sus escritos, era un gran escritor. Era un poeta que escribía sobre las cosas que veía para luego cantarlas ante su reducido público, pero que a él, le parecía una gran audiencia. Era también un novelista, que escribía a destajo y sin pararse a pensar que hacia algo que más tarde añoraría. Era un chico feliz que soñaba con tocar las estrellas, y de hecho, en su pequeño y feliz mundo, siempre las alcanzaba. Era alegría y despreocupación, era un niño y eso es todo. ¡Querida niñez, como te extraño!
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