Allí se encontraban, en aquel lugar, ese lugar donde todo comenzó, el lugar en el que jugaban de chicos, el lugar donde posteriormente se conocieron, el lugar donde todo comenzó. Ya no podrían retroceder y recuperar sus momentos, pero siempre podrían crear nuevos y es así como sus nuevas vidas comenzaron, sus nuevas historia se escribieron. Pero antes de adelantar acontecimientos retrocedamos a un principio.
Ellos eran chicos, jugaban felizmente, no tenían problemas, sus vidas eran perfecta. Sus familias eran amigas desde hace años siempre estuvieron el uno con el otro.
Los años pasaron, y los problemas llegaron, pasaron de ser amigos inseparables, a ser completamente desconocidos con algún recuerdo en común.
Ella, vivía en las afueras de la ciudad, asistía a un colegio privado, el mejor de la cuidad. Su padre era uno de los empresarios más ricos de esa ciudad, su madre una de las mejores abogadas del país. Ella era feliz, tenía todo lo que una niña de 16 años podía querer; una feliz familia, dinero, libertad. Ella no pedía nada, su vida era prácticamente perfecta.
Un día el silencio se hizo y cambió. Su vida entera cambió. Necesitaba huir de todo y así fue, se mudaron de casa, dejo todas sus amigas, toda su vida anterior y volvió a empezar, una nueva vida en un nuevo barrio, en un nuevo colegio y nuevas amistades.
Él, bueno, era arrogante, su ego y orgullo era todo lo que tenía hasta entonces. El, era un completo misterio.
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.