La obra básicamente es un melodrama romántico. En un escrito posterior decía: 《Nuestra mujer es nuestro nombre, nuestro amor, nuestro placer, nuestra confidente, la madre de nuestros hijos, la depositaria de nuestros secretos, de nuestras debilidades, de nuestras esperanzas, nuestra propiedad, en fin (he aquí la verdadera palabra)》 Pese a la ambigüedad y el moralismo que la obra transpira, hay en ella una honda palpitación de sentimiento auténtico que la salva y que le proporciona ese vigor simbólico que la ha hecho llegar hasta nosotros. Su moralismo es tan patente que no nos irrita ya como irritaba a los naturalistas; le presta incluso un cierto encanto que mueve la sonrisa. Y por detrás y más allá de la sonrisa, la obra conserva aún, y pese a todo, una gran capacidad de conmovernos