"A veces el amor nace del odio" Esa frase me la repitió mi madre hasta el cansancio, quería creer que era verdad, en serio que lo anhelaba. Sin poderlo evitar las lágrimas brotaron de mis ojos mientras rodaban por mis mejillas. Quería limpiarlas pero no podía, las cadenas que me tenían sujeta a la pared hacían mella en mis muñecas, mi ropa apestaba de lo sucia que estaba, no sé si llevaba días o semanas atrapada y secuestrada en este asqueroso lugar, me dolía el cuerpo de los golpes que me habían dado haciendo preguntas que no tenía ni idea, sólo esperaba que mi padre me encontrará pronto pero las horas pasaban y cada día me hacía a la idea de que tal vez eso nunca sucediera. La puerta se abrió y el hombre del pasa montañas entró. -Bueno princesa, es hora de las rondas de preguntas, de nuevo. -¡No sé nada maldita sea! ¡Sólo matame ya! - grité con toda mi rabia. - No - respondió, y juró que podía ver una sonrisa en su cara - Eso sería tan fácil, tú sufrirás lentamente.Tutti i diritti riservati
1 parte