Hay amores que no se van, amores que llegan como magníficas tempestades, te arrastran, te seducen, y cuando por fin el mar ha quedado en calma te das cuenta de que debes desterrarlos... desterrarlo no, matarlos, si es que quieres sobrevivir. Esta es la hstoria de una de esas tempestades: la brisa que la precedió, la ventisca que desataron sus traiciones, el silencio en que se ahogó por fin. Esta podría ser la guía de un amor asesinado, porque las tormentas son un milagro erótico que ninguna mujer desea compartir. *********************************** Ana, te dije que un día escribiría esto para las dos. Aquí está. Porque fuimos valientes. Porque las dos sobrevivimos.