Recuerdo aquella noche, hacia frío y nuestro encuentro había terminado íbamos de camino a su casa. Nos sentamos en la parte trasera del auto estábamos separados pues yo ni quería que mi madre notara que podría pasar a lado de el por el resto de mi vida. En ocasiones nuestras miradas coincidían, revelando en sonrisas lo que habíamos vivido esa noche. Yo tenia las manos en el a ciento del auto; el, en cambio miraba hacia el frente, triunfante. de repente, con su mano áspera y perfecta tomo la mía, rozando con su pulgar su silueta; sin quitar la mirada del frente como si estuviera orgulloso de tenerme a su lado.