Taemin respiraba entrecortadamente, Minho lo tenía agarrado por las manos y no dejaba de repetir ese salvaje acto. -Minho...por favor...detente...estamos ensuciando todo...el cuarto.- Taemin rogó por clemencia. -No te preocupes, tiene arreglo.- La lasciva voz de Minho negaba detenerse. Los celos tienen un precio, y Minho quiere cobrarlosAll Rights Reserved