Este libro va dedicado a todos aquellos que todavía creen que las palabras son el leguaje de la belleza, la música el idioma del alma, y un beso; ahí donde no llegan ni las palabras, ni la música. A quienes juran, que el cielo está hecho de lágrimas, el mar de deseo, y que la brisa es el aliento de libertad. Este libro está dedicado a todo aquel, que un cree que todo es posible, para todo aquel que nunca ha dejado de soñar. A qui yace El Príncipe de la dulce Pena
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