En un principio, Félix creyó que las cartas eran nada más que una broma de los muchachos de su instituto, pues no le resultaba extraño que lo molestaran. La sensación de que lo perseguían por la calle, nada más que su propia imaginación. Pero, el día en que su madre desapareció, todo comenzó a ser real. Félix estaba viviendo una pesadilla, estaba siendo acosado y torturado a través de papel por un completo desconocido.